Fractura
Definición
La fractura es una ruptura de la continuidad (o rotura) de un hueso, pero también de un cartílago duro.
Los huesos son los órganos duros y sólidos que constituyen nuestro esqueleto. El cartílago es un tejido conjuntivo que se encuentra en el adulto a nivel de la superficie ósea, sobre todo a nivel de las articulaciones.
Una fractura puede ser cerrada o abierta con herida, completa o incompleta, con o sin desplazamiento de los fragmentos. La fractura de un hueso en pequeños fragmentos se la denomina fractura conminuta.
Asimismo, la fractura en madera verde es típica de los niños. Como su nombre lo indica, el hueso se rompe como madera verde y se encorva.
La fractura suele afectar los huesos largos, pero también el cráneo, la cara y la pelvis.
Causas
La fractura puede ser generada por un traumatismo directo sobre el hueso o por un traumatismo indirecto. El traumatismo directo se acompaña de una lesión de los tejidos blandos en el punto de impacto, mientras que el traumatismo indirecto se manifiesta después de una flexión, un asiento, un apretón, un estiramiento o una torsión del hueso. Las contracciones violentas de los músculos también fracturan los huesos.
En los recién nacidos, las maniobras agresivas en los partos difíciles suelen producir fracturas obstétricas de la clavícula o del muslo.
En determinados casos, los huesos de los pacientes se fragilizan y se quiebran de forma espontánea, o como consecuencia de traumatismos (incluso pequeños). Este tipo de fractura, llamada patológica, puede deberse a tumores, a quistes óseos, a osteoporosis o a osteomielitis. Los huesos también pueden fragilizarse por el raquitismo, la menopausia y la osteomalacia.
Deporte y fracturas
Los esfuerzos inhabituales sin entrenamiento previo: las disciplinas deportivas como el baloncesto o correr también generan pequeños traumatismos repetidos y pueden ser el origen de la fractura. Los huesos de los pies suelen sufrir este tipo de fracturas.
Fracturas en los niños pequeños y maltrato
Muchas veces no se detecta el maltrato a los niños. Un estudio alemán publicado en 2018 demostró que las fracturas atípicas pueden indicar tal abuso. Los médicos deberían estar especialmente atentos en caso de fracturas en los niños, ya que algunos niños pueden fallecer debido a sus consecuencias. Las fracturas debidas a la violencia son especialmente frecuentes en los lactantes. Se ven afectados casi 57 bebés de menos de 6 meses de cada 100.000. A los 6-11 meses, la incidencia es de 40 de cada 100.000 niños, según los investigadores alemanes. Los autores constataron que no siempre resulta fácil distinguir las fracturas provocadas por violencia de las fracturas accidentales. Este estudio se publicó en la edición 115 de 2018 del Deutsches Ärzteblatt International (DOI: 10.3238/arztebl.2018.0769).
Síntomas
En el momento del traumatismo la víctima puede sentir un crujido en el hueso fracturado. A continuación, el dolor local se instala e incrementa en el más mínimo movimiento o con el roce.
En cualquier caso, el diagnóstico evidente muestra una impotencia funcional con hinchazón, deformación y, a veces, con moratón.
Los otros síntomas varían según el órgano dañado. Las fracturas craneofaciales o vertebrales se asocian con trastornos de la consciencia, hormigueo en los miembros y diversas parálisis; mientras que la dificultad respiratoria y el hecho de escupir sangre revelan una lesión torácica. Asimismo, una micción anormal puede acompañar una fractura de la pelvis.
Las fracturas patológicas también son dolorosas y dificultan la caminata. Además, la aparición de los síntomas de la enfermedad causal explica su origen.
¿Cómo diagnosticar la fractura?
El médico estudia los signos de una fractura mediante exámenes minuciosos del paciente, su historia médica y la naturaleza del accidente.
El diagnóstico será confirmado por radiografía. A veces, exploraciones más avanzadas (como la escintigrafía o el escáner) permiten descubrir las fisuras y posibles complicaciones.
Complicaciones
Una fractura puede complicarse muy rápidamente por la apertura de una lesión cerrada, el desplazamiento de los fragmentos, los sangrados por cortes de los vasos, etc. La lesión del nervio provoca una parálisis o un trastorno de la sensibilidad.
Los sufrimientos cerebrales o pulmonares, las tromboflebitis y las embolias forman parte de las complicaciones muy graves de las fracturas.
La herida de une fractura abierta es susceptible de infectarse, y en el peor de los casos, de gangrenarse.
Asimismo, un dolor agudo puede hacer perder el sentido al paciente; mientras que el dolor que se prolonga en el tiempo le puede provocar anorexia.
Los inconvenientes de la inmovilización terapéutica son la rigidez articular y la retracción de los músculos y de los tendones. Por otra parte, las escayolas mal colocadas o demasiado apretadas lesionan la piel o dificultan la circulación de la sangre del miembro inmovilizado.
Después de un periodo de larga duración en cama, aparecen las úlceras de decúbito, las flebitis, el estreñimiento o las infecciones urinarias y respiratorias.
Tratamientos
En el lugar del accidente, la finalidad de los primeros auxilios consiste en mover lo menos posible la fractura. Se pueden presentar dos situaciones:
– Si el hecho de movilizar la víctima puede agravar las lesiones, se la debe dejar donde se encuentra mientras se espera el auxilio.
– Si se requiere una evacuación de urgencia, entonces la fractura debe ser previamente inmovilizada.
Las técnicas de inmovilización en el lugar del accidente varían según el hueso fracturado. Las de los miembros o de la clavícula se hacen por férulas y cabestrillos.
Antes de inmovilizar una fractura abierta, se debe proteger la herida de cualquier fuente de infección recubriéndola de un paño limpio o de una compresa fijada con un vendaje.
Si la víctima pierde el conocimiento, la posición lateral de seguridad, o PLS (la posición acostada hacia un lado), impide la obstrucción del sistema respiratorio; sin embargo, hay que controlar siempre que el eje de la cabeza esté alineado con el del tronco.
Los collares cervicales y el plano duro se utilizan por les fracturas del cráneo, de la pelvis y de la columna vertebral.
La finalidad del tratamiento en el hospital consiste en recolocar el hueso fracturado en su emplazamiento anatómico normal. Para ello, los especialistas recolocan los fragmentos a sus emplazamientos mediante técnicas manuales o quirúrgicas. A continuación, las inmovilizan mediante escayolas, tracciones e incluso mediante instrumentos especiales previstos a este efecto (vis, placas, clavos).
Para las fracturas patológicas, el tratamiento es el de la causa.
La rigidez articular y la retracción musculotendinosa se corrigen más adelante por algunas sesiones de quinesiterapia. Esta última ayudará al paciente a volver a encontrar las funciones normales de las articulaciones y favorecerá la cicatrización.
Buenos consejos
– Ante toda fractura, avisar siempre los servicios de emergencias.
– Evitar las manipulaciones que agraven la herida.
– No hacer el intento de soldar la fractura.
– Si se sospecha una lesión de la columna vertebral, dejar la víctima donde se encuentre y pedirle que no se mueva.
– Intentar quitar los objetos que puedan oprimir el miembro lesionado cuando se hinche (anillos, pulseras).
– Comprobar de forma regular la coloración, el calor y el pulso de los miembros.
– En caso de estar expuesto a situaciones que puedan fragilizar los huesos:
> comprobar el estado de salud de forma regular;
> seguir al pie de la letra las prescripciones del médico;
> utilizar material deportivo adaptado, como también zapatos amortiguadores y de buena calidad;
> entrenarse, pero siempre tomando consciencia de los límites;
> suplementarse en cantidad suficiente de vitamina D (efecto terapéutico y preventivo, leer en «prevención de fractura”).
– Una formación en socorrismo ayuda a salvar vidas en cualquier accidente.
Prevención
– El consumo de vitamina D (según un estudio publicado en 2009) reduce el riesgo general de fractura en un 14%; para las fracturas de cadera, la disminución es de un 9%.
Fuentes & Referencias:
Deutsches Ärzteblatt International (DOI: 10.3238/arztebl.2018.0769), JAMA (DOI: 10.1001/jama.2017.19344).
Personas responsables e implicadas en la escritura de este artículo:
Xavier Gruffat (farmacéutico y jefe de redacción de Creapharma), Seheno Harinjato (redactora de Creapharma).
Última actualización del fichero:
15.02.2019